¿Un aserradero en Valle Nuevo?

El pasado 25 de agosto, el Ministerio de Medio Ambiente, en su cuenta de Twitter, publicaba lo siguiente:

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Sin entrar en la discusión legal, igualmente válida pero ya argumentada por otras entidades como la Fundación Moscoso Puello, me pregunto: ¿se han hecho las debidas evaluaciones para ésto?

El debate sobre la cosecha de recuperación posincendio no es nuevo; en Estados Unidos es un tema controversial, y hasta obligó al expresidente Clinton a detener una «cosecha de recuperación» comercial.

Para entender mejor el asunto, valga esta cita de 2003 de Timothy Ingalsbee, codirector de la Asociación para la Ecología del Fuego:

Los tocones y troncos generados por fuego realizan muchas funciones ecológicas vitales para los suelos forestales, ríos, vegetación y vida silvestre. Los de gran diámetro pueden ayudar a mitigar condiciones favorables a incendios de alta intensidad, y pueden ayudar a los procesos naturales de recuperación posincendio. Por el contrario, la extracción comercial de árboles afectados por el fuego, a través de las «cosechas de recuperación», causa efectos negativos significativos en la estructura, funciones y procesos de los ecosistemas boscosos, tanto a corto como a largo plazo. Teniendo en cuenta la amplia gama de servicios ecológicos vitales que tocones y troncos proporcionan, el término «recuperación» es apropiado sólo para las plantaciones de explotación forestal, en las que el principal objetivo de manejo es la extracción del valor del producto «madera», a expensas de otros valores económicos y ecológicos. Teniendo en cuenta estos impactos ambientales y las desventajas ecológicas, debe RECHAZARSE la afirmación de que la «cosecha de recuperación es una herramienta válida para la rehabilitación o restauración forestal». Mientras más aprenden los científicos sobre los valores ecológicos de grandes tocones y troncos muertos por el fuego, más claro se vuelve que «recuperar» árboles quemados es echar a perder los ecosistemas boscosos.

Lo que hace falta es más planificación preincendio, tal como señala el mismo autor (2001):

La planificación proactiva preincendio proveería un necesario antídoto al actual sistema de ‘extinción urgente del fuego’ y de ‘cosecha de recuperación de emergencia’

Myers (2004), por su parte, sugiere que:

En general, el fuego se origina en los combustibles de pino y pastizales, sumamente incendiables e inflamables; es decir, los combustibles principales de la mayor parte de los incendios son los pastos y los residuos de agujas de pino

Por lo que se ve, el combustible no se refiere a tocones y troncos; cosecharlos de urgencia, con la excusa de retirar combustible, no parece estar debidamente justificado.

Hay más sobre el tema en las siguientes direcciones (en inglés):

http://www.fire-ecology.org/research/salvage_impacts.html

http://soda.sou.edu/awdata/060307z1.pdf

http://www.fs.fed.us/rm/pubs/rmrs_p022/rmrs_p022_054_060.pdf

 

Dr. José Ramón Martínez Batlle (Ph.D)

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